13 abril 2006

Andrei Illarionov

Comentario de Dietwald Claus, publicado en Johson´s Russia list, sobre la conferencia de Andrei Illarionov en el Cato Institute

Aquellos que desde hace años vienen diciendo que Rusia está volviendose hacia la democracia moderna, la economía liberal y una política exterior civilizada se acaban de dar el gran golpe: un desertor sincero del interior del Kremlin, que está hablando de todo.

Cuando escuchamos a Andrei Illarionov, consejero económico del presidente de Rusia durante más de cinco años se hace dificil ignorar las voces críticas de los últimos años. En los últimos meses de 2005 ya había aumentado el nivel de sus críticas a la política del Kremlin. Pero después de dimitir (o ser echado) de su puesto anterior, Illarionov ha roto todas las barreras y a pasado a la ofensiva total contra su antiguo jefe: retroceso democrático, desgobierno económico, guerra energética. No ha dicho nada nuevo, pero es diferente de cuando tales acusaciones las pronuncian outsiders o extranjeros. Es diferente cuando quien lo dice es alguien que ha estado en "el interior de la Bestia" durante media década.

Illarionov ha tenido una habilidad especial para la polémica durante toda su carrera.

Entre otras cosas, a sido un crítico vociferante del protocolo de Kioto, ha atacado la teoría del calentamiento global, poniendo en cuestión la viabilidad de los objetivos de Kioto, y enfrentándose sin éxito a la ratificación del tratado por Rusia. Ha sido uno de los principales defensores del fondo de estabilización, y de su uso para pagar la deuda externa en lugar de utilizarlo en la economía doméstica. Posiblemente no se haya granjeado la simpatía del público general, pero nadie puede negar la sensatez de esta idea. También ha sido uno de los mayores defensores de la continua privatización en todos los sectores de la economía rusa. En un país que hace solo media generación estaba empantanado en el marxismo-leninismo oficial, voces así son muy necesarias: las buenas ideas no se desgastan con el uso.

Y ahora está volviendo su afilada crítica contra la propia aministración Putin. En otras palabras, la vida para los que defienden al actual gobierno ruso se ha hecho un poco más difícil. No será posible desecharlo como un antiguo empleado disgustado cuyo afán de venganza le lleva por el camino de la rusofobia. Aunque las palabras de los ex empleados no deberían ser tomadas al pie de la letra, tampoco deben descartarse, sus percepciones suelen ser agudas y perspicaces. Y si bien la rusofobia suele ser un argumento contra los críticos extranjeros, no es convincente contra un ruso. Cualquier crítica a las acusaciones de Illarionov debe estar basada en un cuidadoso análisis de lo que dice.

El 7 de marzo de 2006 Illarionov visitó el Cato Institute, que hizo pública su presentación de diapositivas en www.cato.org. Le puso como título "El largo telegrama de 2006". Illarionov se asigna a sí mismo el papel de Geoge Kennan, el diplomático norteamericano cuyo famoso "largo telegrama" desde Moscú en 1946 ayudó a poner en marcha la guerra fría: el ácido análisis de Kenan corrigió la estúpida percepción de Stalin como el benévolo "tío Joe". Claramente Illarionov querrá hacer lo mismo y administrar a la administración Bush un antídoto contra la valoración positiva del alma de Mr Putin.

Al igual que en la acusación de Kennan sobre la URSS de Stalin hace 60 años, La acusación de Illarionov contra la administración de Putin es brutal: según él, el programa político de la administración Putin puede ser comparado al régimen de terror de Robert Mugabe en Zimbawe, si no al de Stalin. Putin está "estableciendo un contro total del poder ejecutivo sobre la vida pública y social", y así "destruyendo todas las instituciones no gubernamentales políticas y económicas de una sociedad moderna, los poderes judicial y legislativo, los partidos políticos, los poderes regionales, los negocios, los medios de comunicación y las organizaciones religiosas".

En la Rusia de Putin, según nos dice Illarionov, los medios de comunicación públicos están dominados en general por una histeria antioccidental, y más concretamente anti europea y antiestadounidense. Los hombres de negocios rusos, temiendo ser detenidos, piensan en la emigración, mientras la población está siendo dirigida hacia un estado de enfrentamientos violento entre varios grupos sociales y étnicos. Los rusos corrientes no quieren trabajar en la economía de mercado sino que sueñan con hacer carrera como funcionarios corruptos. Los que se oponen al régimen se arriesgan al hostigamiento y la expulsión, incluso a ser golpeados físicamente y tomados como rehenes. A los extranjeros se les impide a menudo entrar en el país, cuando no son expulsados por ser críticos con el régimen. En política exterior identifica a Rusia con regímenes como el de Arabia Saudí: usando su status de proveedor de gas y petróleo, ataca a los regímenes democráticos en Georgia y Ucrania, al mismo tiempo que apoya a dictaduras y ayuda a terroristas internacionales. Cuando se trata de promocionar la moderna civilización occidental, Rusia habla, pero sus actos no se corresponden con sus palabras.

Los esbirros de Putin, según Illarionov, no solo están haciendo retroceder la democracia en Rusia, sino que están violando tódos los estándares de decencia en los asuntos internacionales; están desbaratando la economía nacional: en vez de continuar con la exitosa política de los gobiernos de Yeltsin de liberalización económica, el actual gobierno está volviendo el país hacia un estado corporativo a expensas del desarrollo económico. En es proceso está destruyendo la industria privada, aumentando la inflación, disminuyendo el aumento del PIB y reduciendo las inversiones extranjeras directas. Los éxitos aparentes, como el incremento del mercado de acciones, el aumento del consumo y los grandes volúmenes del comercio internacional no son más que un espejismo alimentado por los altos precios del petróleo.

Es decir, está acusando a la administración Putin de fascismo, porque ¿qué otra cosa es un sistema político que combina el capitalismo de estado con un partido único y una agresiva política exterior? Si el análisis fuera correcto, el mundo debería prevenirse y adoptar medidas drásticas contra el actual régimen ruso. Lo último que necesita nuestro atribulado planeta es que el país más grande del mundo vuelva el reloj de la historia 70 años atrás.

Al ver cómo Illarionov presenta sus ideas, el oyente se siente sacudido por su tono razonable. Si lo que dice es cierto habría que perdonarle por elevar la voz y ser emocional. Pero Mr Illarionov no es estridente. Habla en un inglés con fuerte acento pero excelente. Es calmado, modula su voz agradablemente. Tal vez sea demasiado serio para una audiencia americana, peor el tema no llama a otra cosa. No aburre a su audiencia con la exposición de gráficas y diapositivas, las usa como apoyo para un discurso constante y tranquilo. Su estilo personal puede no ser apasionante, pero en combinación con lo que dice, su presentación sí lo es. En resumen, Mr Illarionov es un hablante persuasivo, acostumbrado a las audiencias académicas y políticas, no a las salas para el gran público.

¿Pero tiene contenido el "j´accuse" de 100 páginas de Illarionov? ¿Es Mr Illarionov el nuevo Goerge Kennan que va a abrir los ojos del ciego occidente a las terribles realidades del interior de la Rusia de Putin? En 1946 había que aceptar o rechazar las acusaciones de Kennan como un artículo de fe. Muchos dudaban y no podían creer que la Unión Soviética del tío Joe no era de hecho mejor que el Reich hitleriano. Otos aceptaron las acusaciones totalmente. Pero se estuviera de acuerdo o no con Kennan, no se podía verificar la situación sobre el terreno. La URSS era un país cerrado y se impedía a los visitantes extranjeros ver lo que las autoridades no querían que vieran.. Hoy día la situación es diferente. No solo todo el que quiera puede ir a Rusia sino que la cantidad de información sobre los asuntos interiores o exteriores de Rusia que se puede conseguir libremente es inmensa.

Algunos de los puntos expuestos por Illarionov pueden parecer persuasivos para aquellos que nunca han visitado Rusia. Para quien haya pasado al menos unos pocos día, le parecerán bastante lejos de la realidad.

Tomemos por ejemplo el retrato que hace Illarionov de los medios de comunicación rusos como una feroz máquina de propaganda contra occidente en general y contra Europa y los Estados Unidos en particular. Puede ser que los medios de Moscú sean diferentes a los de provincias, pero en mi personal experiencia, las televisiones rusas, mas que estar dominadas por una propaganda histérica, son depresivamente similares a las occidentales; concursos estúpidos, seriales horribles, y en general programas de entretenimiento, incluida una interminable serie de películas rusas y occidentales durante todo el día.. Ocasionalmente se puede encontrar algo bueno pero la mayoría es basura. Las noticias se basan principalmente en asuntos nacionales y locales, y varían en calidad dependiendo del canal. Aunque la visión de los asuntos internacionales es diferente de la de los medios occidentales, y a veces enfrentada a esta, cualquier observador objetivo reconocerá que es bastante objetiva. SIn embargo, mientras que para los occidentales es muy difícil conocer la opinión rusa sobre los asuntos internacionales, los rusos que lo desean pueden ver Euronews. Las radios rusas no son muy diferentes. Casi todas las emisoras ofrecen música todo el día, incluso Radio Rusia, la emisora pública ofrece entretenimiento casi todo el día.

Para los lectores de ciertos artículos editoriales de periódicos occidentales, la interpretación de Illarionov del caso Jodorkovski puede parecer persuasiva. Según ésta, el caso ha metido el miedo en los huesos de todos los empresarios honrados y exitosos de Rusia. En lugar de preocuparse de lo que se preocupan los empresarios en la mayoría de los países, de las tasas de interés, márgenes de beneficio o de la calidad de sus empleados, los hombres de negocios rusos están sentados sobre sus maletas, pensando en cuál es el mejor momento para huir del infierno. Sin embargo, aquellos que vivan en Rusia se estarán rascando la cabeza y pensando en qué tipo de empresarios son aquellos con los que trata Illarionov. La gran mayoría de los hombres de negocios rusos no está preocupada de que la policía llame a su puerta, incluso si no han pagado sus impuestos, y ciertamente no piensan en abandonar el país en un futuro próximo.. Muchos rusos ordinarios, incluidos empresarios, están indignados por el caso Jodorkovski. Sin embargo, lo que ven en el escándalo no es el hecho de que ahora esté en prisión aprendiendo nuevas habilidades, sino el hecho de que ya no hay gente que haga lo que el hacía. El que sea ebido a la propaganda del Kremlin o a que es justo, no influye en la cuestión. El hecho es que la mayoría de los rusos no ven las cosas como Illarionov dice que son.

Illarionov está incluso más alejado del estado de la política interna cuando compara la situación política en Rusia con la de Zimbawe, país dirigido por el racista y militarista Robert Mugabe, cuya política ha producido la persecución de grupos étnicos enteros, ríos de refugiados huyendo del país, el colapso de la economía y la hambruna. No hace falta vivir en Rusia, ni siquiera saber mucho de los asuntos políticos rusos para disentir de esta idea: incluso el observador más excéptico de la realidad política rusa tiene que admitir que, aunque Rusia no sea la democracia modelo, compararla con Zimbawe es ponerse a la altura intelectual de aquellos que acusan a George W. Bush de ser un nuevo Hitler.

No entraré a discutir la visión de Illarionov de la política exterior rusa. El que las más recientes acciones hacia Ucrania o Georgia sean o no legítimas y justificables ya se ha discutido muchísimo por todo el espectro de los comentaristas de Rusia. El análisis de Illarionov es compartido por algunos, aunque no por todos. No añade nada nuevo a la discusión, simplemente reitera las interpretaciones más hostiles de los motivos rusos de las más recientes acciones.

Con todo, la interpretación de Mr Illarionov de la situación política en Rusia está, obviamente, muy alejada de la realidad. Se puede excusarle por ello y tener en consideración que le acaban de echar de un trabajo que la mayoría de la gente consideraría el sueño de todo académico. Los ex empleados a menudo hablan mal de su antiguo puesto de trabajo. Sin embargo, si consideramos su prominencia y elevada posición en determinados círculos, Illarionov debería ser aconsejado para enfriar su temperamento y no minar su credibilidad en lo que es considerado un experto: la economía rusa.

A primera vista, la presentación de Mr. Illarionov simplemente confirma lo que muchos críticos vienen diciendo desde hace tiempo: el actual boom económico ruso es poco saludable, la economía no basada en los recursos naturales está sufirendo el mal holandés, y el gobierno continúa con esta estrategia de desarrollo insostenible. Si Illarionov se hubiese limitado en su exposición a la economía, muchos, yo entre ellos, a habríamos aceptado a ojos cerrrados. Puede que sea pereza, pero a menudo no se suele ir en ir contra del consenso general sin una buena razón. Puede ser que los cínicos no estén de acuerdo, pero en general y a largo plazo la mayoría suele tener razón. Pero dadas las falsedades obvias en las acusaciones de Mr. Illarionov en otras areas políticas, se debe prestar más atención incluso en aquellos aspectos que parecen estar fuera de toda controversia. Las ideas, como la gente, pueden ser juzgadas por las compañías que frecuentan.

Debido al limitado espacio de este espacio, sólo analizaré dos de los puntos claves de Mr. Illarionov:

Mr Illarionov hace una exposición increible de la situación de la economía rusa que haría sorprenderse a cualquiera y que tienta a cualquier lector confiado a mirar un poco más de cerca: ¡desde 1999, a pesar de los altos precios del petróleo, la economía rusa se ha comportado mucho peor que las economías de otros países exportadores de petróleo, incluido Irak! En otras palabras, la economía rusa se ha comportado peor que la de un país en guerra y bajo embargo internacional durante varios años. Comparando el efecto de los precios del petroleo en diferentes países exportadores en el mismo periodo de tiempo nos da algo de sentido: aunque los precios del petróleo varían en el tiempo, no varían significativamente por zonas geográficas. EL problema del análisis de Mr. Illarionov es que compara el crecimiento medio del PIB ruso en el periodo 1999-205 con, por ejemplo, el de Arabia Saudí en 1971-1981, los Emiratos Arabes Unidos en 1971-1980, Omán en 1974-1985 e Irak en 1973-1979. Lo único que tienen en común estos periodos es que tienen más de 5 años. Denominar poco ortodoxa a esta aproximación sería demasiado generoso. Entre los profesionales se le donomina "pesca", y se ve como totalmente opuesta a un método científico correcto. Nadie que se precie a sí mismo se permitirá ser cogido abiertamente en una "pesca". Mr Illarionov, sin embargo presenta orgullosamente sus datos al público, el hombre tiene unos nervios de hierro.

Pero eso no es todo: para mostrar más claro cómo la economía de Rusia no funciona bien, Mr Illarionov se saca otra carta de la manga: compara el PIB actual con el potencial. Es una práctica común entre los economistas el comparar el crecimiento económico de un momento con sus medias históricas, pero Illarionov hace algo muy diferente. No dice que la economía de Rusia podría funcionar mejor como si fuera algo incontrovertido. Mr Illarionov pone números a esta denuncia. En 2005, mientras que el crecimiento real fue del 6,1%, el crecimiento económico potencial, según lo calcula Illarionov, fue del 15,3%. Cómo sabe que el crecimiento potencial era exactamente el 15,3% en lugar de, digamos, el 11,7%, 27,1% o 6,6%, no nos lo explica.Además no solo es capaz de calcular el aumento del PIB potencial para 2005, también lo hace para los seis años anteriores. Y siempre este "crecimiento potencial de PIB" está muy lejos del crecimiento real, y aparentemente sin ninguna relación con las medias históricas. Mr Illarionov no sólo está en una expedición de pesca sino creando una tontería econométrica. Además una tontería muy descuidada, ya que en el año 2000 el crecimiento real del PIB superó al crecimiento potencial. Estoy seguro que la mayoría de los legos en economía encontrarán muy difícil de comprender cómo algo puede crecer más que su crecimiento potencial.

Además de una original pesca de datos y una tontería, la presentación de mr Illarionov es un ejemplo de libro de cómo usar datos estadísticos selectivamente y de manera engañosa para probar un argumento arbitrario. Tras la admirable impresión que producen sus tablas, una inspección más de cerca muestra que han sido seleccionadas y presentadas de una manera que no es técnicamente justificable: las escalas de datos comparativos no se corresponden, en otras se aumentan o disminuyen las tendencias, según lo que mr Illarionov quiera demostrar. Casi siempre estas distorsiones están hechas inteligentemente, difícil de ver a primera vista, y difícil de criticarlas inmediatamente. La crítica de todas ellas necesitaría más tiempo que el de la propia presentación de mr. Illarionov. Evidentemente mr Illarionov sabe perfectamente qué es lo que está haciendo.

Cualquiera que haya tenido que ver con la política conoce el fenómeno de que las opiniones al ser transmitidas por otros parecen menos razonables de lo que en realidad son. El extraño fenómeno de Illarionov es que cuando uno lee directamente lo que tiene que decir, y ve los datos que expone para apoyar sus opiniones, se ve cada vez menos razonable. De hecho, da la impresión no sólo de estar equivocado sino de ser totalmente deshonesto.

Para los críticos a la administración Putin presenta un problema. Cuando Illarionov abandonó el Kremlin hecho una furia, le aceptaron en su campo con los brazos abiertos. De hecho, habían estado esperando a que creciera la tensión entre él y la administración Putin en los últimos meses. Tenía que ser su testigo clave, no solo para sermonear en el coro sino, lo más importante, para convencer a aquellos que han apoyado a regañadientes a mr Putin.

En cuanto pase el tiempo, los críticos de Putin estarán mejor sin Illarionov. Si bien las conclusiones de Illarionov no son muy distintas de las de otros críticos, la escandalosa metodología de su análisis la hace destacar y arroja una sombra sobre la credibilidad de aquellos que están de acuerdo con él, pero cuya metodología no es tan fácilmente accesible. Si un crítico de tan alto nivel y bien considerado usa tales trucos deshonestos, manipulaciones y juegos de manos para obtener sus conclusiones, qué dice esto sobre los demás que mantienen su mismo punto de vista. Los críticos de Putin se hacen a sí mismos un mal favor si continúan tomando a Illarionov como testigo. Cualquier abogado que tuviese un testigo así haría mejor en abandonarlo y tirar por otro lado. Harían mejor en reducir su importancia. En un futuro no muy lejano, Mr Illarionov será amablemente ignorado por aquellos que actualmente le toman como su nuevo mejor amigo. Continuará recibiendo invitaciones pero ya no estará en primer plano. Es demasiado abochornante.

Andrei Illarionov no es el nuevo Geoge Kennan. En vez de influir decisivamente en el curso de la historia, dentro de un año se verá limitado a dar discursos en Think-tanks de partidos, Rotary clubs y departementos de estudios rusos. Un triste final para una carrera ilustre.

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